¿Qué es el Brexit?
El
Brexit (un neologismo formado a partir de los términos ingleses
"Britain" y "Exit") es la salida del Reino Unido de la
Unión Europea después de más de 40 años de membresía.
Lo
decidieron así los ciudadanos en un referéndum celebrado el 23 de junio de
2016, tras una campaña llena de mentiras. El entonces primer ministro David
Cameron, conservador, buscaba soldar las fracturas en su partido político.
¿Cuándo es el Brexit?
El
gobierno británico envió a la Comisión Europea la notificación de su salida del
bloque el 29 de marzo de 2017.
Esa
misiva abrió un período de 2 años para negociar al menos los términos del
divorcio y qué forma tendría la relación futura entre el Reino Unido y la Unión
Europea.
Este 2019 el Reino Unido saldrá de la Unión Europea y así
dejará de ser parte de más de 700 acuerdos y tratados internacionales de los
que es parte como miembro.
El período transitorio
Pese
a la retórica nacionalista de los más acérrimos partidarios del Brexit, el
gobierno británico reconoció poco después de iniciar la negociación que 2 años
eran insuficientes.
Londres
pidió entonces un período transitorio para poder negociar la relación futura.
Bruselas admitió ese pedido y decidió que esa transición duraría desde el 29 de
marzo de 2019 hasta el 31 de diciembre de 2020. 24 meses, a todas luces
insuficiente para negociar un tratado de libre comercio viendo los antecedentes
europeos en este tipo de conversaciones: para acuerdos mucho menos ambiciosos
Canadá necesitó 7 años, Colombia 5, Japón 6 y el Mercosur negocia desde hace 18
años.
¿Qué está acordado?
Londres
y Bruselas consiguieron pactar rápidamente 2 de los 3 asuntos más importantes
del acuerdo de divorcio.
La
plata: el Reino Unido deberá pagar a la Unión Europea una factura de salida que
estará entre 50.000 y 60.000 millones de euros para cumplir con sus compromisos
adquiridos durante su membresía.
Londres
deberá pagar en 2019 y 2020 su aporte al club (unos 7.000 millones de euros
netos anuales) y asumirá el 13% de los pagos pendientes por la Unión Europea
sobre un total de 239.000 millones.
El
gobierno británico deberá pagar durante décadas su parte de las pensiones de
jubilación de miles de empleados de las instituciones europeas. A cambio, el
Banco Central Europeo le devolverá 55 millones de euros y el Banco Europeo de
Inversiones, unos 3.500 millones de euros.
El
segundo pacto se refiere a los 3,2 millones de europeos residentes en el Reino
Unido y al poco más de un millón de británicos residentes en el continente.
Esas
personas mantendrán los derechos de los que gozan actualmente, sobre todo en lo
que se refiere a derechos de residencia, trabajo, estudios, reunificación familiar
y asistencia sanitaria.
Quienes
ya viven en el Reino Unido e incluso quienes lleguen antes del 31 de diciembre
de 2020 conservarán esos derechos.
Muchos
europeos residentes en el Reino Unido no lo consideran una garantía suficiente
y los datos muestran que muchos están empezando a abandonar el país.
La frontera norirlandesa
Entre
la República de Irlanda e Irlanda del Norte no existe una frontera física ni
controles de aduanas. Bruselas y Londres se comprometieron desde el año pasado
a que esa situación no cambiara porque sería un duro golpe económico para la
isla y además pondría en peligro los acuerdos de paz que acabaron en 1999 con
el terrorismo norirlandés.
Si
el compromiso era claro, cómo hacerlo estuvo siempre cubierto de brumas. Y
Londres nunca propuso una solución viable.
Ante
ese escenario, la Comisión Europea dio 2 opciones. La primera: que Irlanda del
Norte (territorio del Reino Unido) continúe al menos en la unión aduanera
europea, donde están por ejemplo países que no son miembros del bloque como
Turquía.
Eso
evitaba levantar una frontera, pero obligaba a controles fronterizos y
aduaneros “dentro” del Reino Unido para separar a Irlanda del Norte del resto
del Reino Unido.
Londres
lo rechazó de plano porque amenazaba su integridad territorial: esa solución
echaba a Irlanda del Norte en los brazos de la República de Irlanda. La
alternativa, a punto de aprobarse, consiste en que el Reino Unido continúe en
la unión aduanera europea. De sus actuales derechos como Estado miembro de la
UE sólo conservaría el de exportar al continente sin aranceles ni cuotas.
A
cambio, Londres debe mantener sus normas comerciales y regulatorias alineadas a
las europeas y no puede firmar acuerdos comerciales con terceros países.
Esa
membresía británica a la unión aduanera europea es teóricamente temporal hasta
que se firme un tratado de libre comercio. Pero nadie duda en Bruselas de que
en la práctica se trata de mantener a los británicos ahí, indefinidamente.
¿Qué pasa si no hay acuerdo?
Si
alguna de las partes rechaza el acuerdo recién pactado, el Brexit se hará
abruptamente. Así, Londres perdería el 29 de marzo próximo su acceso al
mercado europeo y el comercio entre los británicos y el resto de europeos
pasaría a regularse por las normas de la Organización Mundial del Comercio
(OMC).
Tras
más de 40 años de libre comercio, ese salto atrás provocaría, según concuerdan
todos los análisis desde hace meses, el destrozo de la economía británica.
La
Comisión Europea presentó este martes un texto que intenta adelantar una serie
de medidas para que los europeos sufran lo menos posible esa ruptura. Se trata
de garantizar que el sector financiero siga funcionando (la City londinense es
la primera plaza financiera del planeta), el tránsito por aduanas (que se
ralentizará), el transporte aéreo (sin acuerdo, se suspenderían las conexiones
entre el Reino Unido y el resto de Europa), el comercio -con aranceles- de
productos agroalimentarios, la transferencia de datos y hasta las conexiones
energéticas.
Las consecuencias para el Reino Unido
Los
análisis publicados hasta ahora muestran escenarios muy diferentes, aunque
coinciden en el descalabro económico.
Como
adelanto, decenas de multinacionales han informado a Londres que suspenderán
sus inversiones y hasta se trasladarán al continente europeo en caso de una
salida sin acuerdos.
El
mayor banco de inversiones del planeta, JP Morgan, ya anunció que su fondo más
grande (que supera los 250.000 millones de euros) se trasladará a la ciudad
alemana de Frankfurt.
Un
símbolo británico como British Airways intenta en estas semanas que la Comisión
Europea la considere como empresa española (se fusionó con Iberia en el grupo
AIG) para seguir volando por Europa.
El
49% de las exportaciones británicas va a los otros 27 países del bloque. Sólo
el 6% de las exportaciones de esos países va al Reino Unido.
Las consecuencias para la Unión Europea
El
Brexit es el primer paso atrás en la construcción política de Europa que
consiguió acabar con medio siglo de guerras que ensangrentaron al mundo. Por
primera vez la UE pierde a un miembro. Y no uno cualquiera.
El
Reino Unido está entre las primeras 10 economías del planeta, es uno de los
pocos países del mundo con arsenal militar nuclear y tiene asiento permanente
en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
La
UE pierde a un contribuyente neto a su presupuesto y a unos 60 millones de
personas para quedarse con poco menos de 450 millones.
Será
una Unión Europea más pequeña, pero, como apuntan desde hace años dirigentes
políticos y analistas del continente, también más coherente y más sólida porque
Londres fue tradicionalmente la capital que ponía obstáculos a muchas
iniciativas del bloque.
¿Qué se viene?
Con
el visto bueno del gobierno británico al documento pactado el martes, se abre
un mes de aprobaciones.
Los
embajadores de los otros 27 países del bloque ratificarán el texto para que
pase la próxima semana a los cancilleres.
Los
jefes de Estado y de Gobierno lo aprobarán definitivamente en una cumbre
extraordinaria, posiblemente el 25 de noviembre. A partir de entonces debe
votarlo el Parlamento Europeo (no se esperan problemas) y llegará el gran
escollo a mediados de diciembre: la aprobación por parte de un Parlamento
británico muy dividido, donde los opositores podrían sumar una heterodoxa
mayoría uniendo a laboristas, nacionalistas escoceses y la parte más
nacionalista del Partido Conservador.
¿El Brexit es irreversible?
Dice
un refrán que sólo la muerte y los impuestos son irreversibles. Cualquier
futuro gobierno del Reino Unido podría pedir su regreso a la Unión Europea, que
la entidad estudiará encantada, pero impondrá condiciones. Como dijo un
diplomático francés a un grupo de periodistas en Bruselas, hace unos meses: “El
Brexit es un proceso de 30 años: 10 para salir, 10 para darse cuenta del error
y 10 para volver a entrar”.
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